martes, 26 de abril de 2011
El ciclo de Batista
(Por Nicanor Olivetto) - La eliminación de la Selección Argentina en el Mundial de Sudáfrica 2010 fue la más dura de los últimos años. Quizá pueda compararse con la de Estados Unidos ’94, y justamente, esos dos conjuntos forman en una gran casualidad, o causalidad. El protagonista principal de esas dos desgracias futbolísticas fue Diego Armando Maradona; primero jugador, luego técnico.
Es probable que por ser Diego quien estuvo en el medio de la situación, se generara tanta incertidumbre y se demorara un tiempo considerable en elegir al nuevo entrenador del Conjunto Nacional. Entre idas, vueltas y chicanas del el ex DT con la dirigencia de la AFA, se designó interinamente a quien estaba a cargo de las Selecciones Juveniles: Sergio Batista. Claro, había un amistoso ante Irlanda por delante y los jugadores no se iban a convocar solos.
Sin muchos pergaminos para ocupar el cargo, el Checho mantendría el perfil bajo pero comenzaría a bajar un mensaje claro, fuera él o algún otro quien obtuviera finalmente el cargo: el Fútbol Argentino debía recuperar su identidad. ¿Cuál era esa identidad? Jugar por abajo, defenderse con la pelota y darle menos importancia a la áspera tarea de “meter y olvidarse de todo lo demás”. Lo que Batista hizo, básicamente, fue plagiar el esquema de juego del Barcelona de España. ¿Quién lo podía cuestionar? Es más que entendible que se intentara hacer el mismo fútbol que el equipo que por aquellos meses –y todavía hoy- marcaba una diferencia abismal con respecto al resto. Además, tanto la Argentina como el equipo catalán contaban con el as de espadas: Lionel Messi.
El primer partido del ciclo finalmente llegó. La Selección salió a proponer una idea diferente al vértigo que se había impuesto en el Mundial con Maradona. No se había logrado un cambio tajante, pero se vislumbraba que los intérpretes estaban unidos, al fin, por un objetivo común. El resultado final, en Dublín, fue 1 a 0 a favor de la Selección con gol de Ángel Di María.
Con Batista, la Selección disputó siete partidos si se tiene en cuenta la victoria por 4-1 de los jugadores locales ante Venezuela. El desglose: cuatro victorias, dos empates, una derrota. Hay un hecho curioso: el ex número cinco de Argentinos lleva convocados cincuenta y cinco jugadores. La misma cantidad que Maradona cuando llevaba esa cantidad de cotejos disputados.
En septiembre de 2010, ante España, Batista se jugaba una gran parte de sus chances de ser confirmado. Comenzaban a sonar con fuerza los nombres de Alejandro Sabella y Miguel Ángel Russo. El gol tempranero de Messi, una verdadera perla, no dejó tiempo a que la gente se pusiera ansiosa. Y más: después del tanto de la Pulga, llegaría el de Gonzalo Higuaín. Carlos Tévez aumentaría el tanteador a los treinta y cuatro minutos para que la cancha de River fuera un delirio. El segundo tiempo casi sobraría, pero el gol de Sergio Agüero y el descuento de Fernando Llorente redondearían la estadística. Argentina había vencido 4 a 1 al equipo del momento. Además, el buen rendimiento de Messi invitaba a soñar con que sea el que suele ser en el Barcelona. El Checho había superado una prueba de fuego, pero era cauteloso: “Esto es positivo pero es sólo un partido. Nuestro fútbol está en crisis y vamos en busca de terminar con eso”.
Había pasado un mes desde el partido ante el conjunto europeo. Batista parecía a un paso de concretar el deseo máximo de cualquier entrenador. Japón, aunque de local, se veía como un partido accesible. Nada de eso: los orientales vencerían 1 a 0 y sembrarían la duda, una vez más, sobre la continuidad del entonces DT nacional. El juego no se había encontrado en ningún tramo del partido. “Ni antes éramos unos fenómenos ni ahora somos un desastre”, sentenciaría el Checho, con una frase trillada, inmediatamente después del partido. Se venía Brasil, y sobraban interrogantes.
Unas semanas después de la derrota, se cerraría el último capítulo de la novela. Algo había convencido a Julio Grondona después del periplo de partidos y, repentinamente, cortaría por lo sano y dejaría a Batista definitivamente a cargo del equipo. Con las libertades que adquirió con todo aquello, el entrenador comenzó a darle forma a su idea. Messi de delantero central, la presión en campo rival y la propuesta de juego constante comenzaron a predominar a partir de aquel momento. La victoria ante Brasil, en el minuto final y con gol del propio Lionel, abrió la puerta al sueño de la Ganar la Copa América. Total, no cuesta nada.
Portugal fue la última parada importante. El duelo entre Messi y Cristiano Ronaldo se lo quedaría el argentino después de marcar de penal agónicamente para el 2 a 1 final. La novedad había sido la inclusión, en el lateral izquierdo, de Marcos Rojo. El ex Estudiantes había respondido con solvencia en una posición que le trae problemas a la Selección desde hace varios años.
Con una base ya formada y la exclusión (por ahora momentánea) de Tévez, Martín Demichelis y Gabriel Heinze, se jugaron, hace dos semanas, dos partidos. Uno frente a Estados Unidos y otro ante Costa Rica. El juego apareció como nunca. El 1 a 1 ante los norteamericanos fue anecdótico. En el primer tiempo, Argentina pasó por arriba a su rival y materializó la idea del seleccionador a la perfección.
Además, es para tener en cuenta el dato más relevante: Messi es el dueño del equipo. Se siente, se nota. Eso es bueno. Contra Costa Rica, con suplentes y en el desarrollo de un partido malo, el equipo de Batista empató 0 a 0. Lo importante, lo positivo, es que el mensaje se comenzó a interpretar al pie de la letra. Así se piensa encarar la Copa América.
El análisis final es difícil. De cara al torneo continental, la Selección tiene una idea fija de juego. Por momentos la encuentra pero hay partidos en los que tiene problemas para imponerlo. Los problemas defensivos se muestran, por ahora, como un problema a resolver. La fecha número uno dirá dónde está parado el equipo.
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